Por María del Pilar Muguira Casanova
Para la revista Fulcrum 33 - Gastronomía
La autora reflexiona sobre el poder de la cocina como una actividad lúdica y de autoconocimiento, desde su infancia hasta el presente. El artículo contrapone la idea de la autosuficiencia con el valor de la colectividad, narrando una experiencia escolar en la que cosechar acelgas de un huerto se transformó en un proyecto transdisciplinario que conectó a estudiantes, familias y tradiciones. Esta actividad ejemplifica cómo el aprendizaje colaborativo enriquece la educación, llevando a la autora a proponer un modelo pedagógico que llama "Educación atenta y conectada".
Título del artículo: Del huerto al aula: aprendiendo en conexión y comunidad
Autora: María del Pilar Muguira Casanova
Publicación: Fulcrum, No. 33 - Gastronomía
Fecha de Publicación: Diciembre 2024
Muguira Casanova, María del Pilar (2024). "Del huerto al aula: aprendiendo en conexión y comunidad" en Fulcrum, 33, 114-119.
Una de las actividades que más disfrutaba de niña era cocinar. Recuerdo lo emocionante que era acompañar a mi abuela al puesto de revistas de mi barrio; amaba recrear los platillos que veía en esas páginas para luego hacer que mi familia probara mis experimentos culinarios. Desde entonces y hasta la fecha, cocinar es para mí una actividad lúdica y experimental: un laboratorio de aprendizaje, observación y autoconocimiento.
La parte que más disfrutaba del proceso de cocinar cuando niña era la de compartir mis creaciones con la familia y verles probar mis guisos. Me hacía muy feliz saber que, a través de la comida, podía expresar mi cariño por ellos. Esto es algo que sigo haciendo de adulta; amo alimentar a las personas que quiero.
Esto de la relación, el acompañamiento y la importancia de la conexión con lxs otrxs, me hace recordar una foto que vi recientemente, de una joven con un tatuaje que decía self-made o “autocreada”: un término que me sonó inspirador a primera vista, pero que después me hizo ver una ilusión de autosuficiencia. Es difícil afirmar que somos un producto hecho solo por nosotrxs mismxs, porque todas, en mayor o menor medida, hemos sido construidas en colectividad y en conexión con lxs demás.
Ahora, volviendo a la actividad escolar, todo comenzó con una invitación para cosechar unas acelgas en el huerto. Lo que parecía una actividad ordinaria se convirtió en una lección sobre la interconexión y el valor de la experiencia compartida. De manera orgánica, se construyó una actividad que integró diversos aprendizajes, enseñándonos no solo sobre ecología, sino también sobre la importancia de incluir estos elementos naturales en nuestra dieta y el valor del conocimiento colectivo y la colaboración.
Al notar la emoción de los estudiantes por las acelgas, se nos ocurrió que sería una buena idea enviarlas a casa y asignarles como tarea la creación de una sopa con este ingrediente. La actividad resultó muy interesante, ya que los estudiantes tuvieron que poner en práctica diversas habilidades: investigaron recetas, conversaron con sus familias y prepararon el nutritivo platillo. Al mismo tiempo, se les pidió que registraran todo el proceso.
Desde mi práctica docente de más de 18 años puedo decir que esta experiencia de aprendizaje fue muy exitosa debido a varios factores: la pasión que generó en mí el ver la oportunidad de crear una actividad y el hecho de estar atenta y detectar cuando mis estudiantes se enganchan con algo. Tomando la historia y la experiencia de vida de ambos como hilo conductor, podemos generar aprendizaje en conexión con el mundo.
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