Crónica del Campamento de F2
Sabía de los campamentos desde que entré a trabajar en la Escuela Lancaster, pero no había tenido la oportunidad de participar en ninguno hasta este año. Cuando mi Head Of Year nos preguntó a los tutores de Forma 2 quiénes estaban dispuestos a acompañar a la generación al Bosque de Niebla en Veracruz, me apunté, a pesar de la perspectiva de pasar seis horas en un autobús con treinta y un niños que nunca se cansan.
Honestamente, tenía mis reservas. El control de un grupo tiene sus desafíos en los espacios familiares de la escuela y solo podía imaginarme cómo sería lidiar con eso en la naturaleza. Sin embargo, otras maestras que ya habían ido a los campamentos de generación me aseguraron que sería una gran experiencia y no se equivocaban.
Desde el inicio, las reglas fueron claras para los alumnos: el campamento es una actividad para disfrutar, pero también para desarrollar las habilidades de autogestión y poner en práctica la responsabilidad de estar lejos de casa.
Como maestra quedé impresionada de la organización y el control que tienen los guías sobre las diversas situaciones que se presentan. Durante el primer día la lluvia tuvo planes diferentes a los del itinerario, pero el equipo de Alternatura X-pediciones mantuvo una excelente actitud y organizó un concurso de talentos en los que disfrutamos bailes rusos, chistes, parados de manos e imitaciones. Debido a la lluvia, el equipo de guías tuvo que levantarse el siguiente día antes que todos para revisar el cañón al que teníamos planeado ir y asegurarse de que los niveles del agua fueran transitables. Las buenas noticias no se hicieron esperar, durante el desayuno nos explicaron con detalle todo lo que teníamos que llevar con nosotros y la vestimenta apropiada. A las nueve de la mañana nos dirigimos al Cañón de Pextlan, una verdadera maravilla natural. La caminata fue monitoreada por los guías, quienes nos asistieron en los trechos complejos y bajo la vigilancia de un paramédico experimentado (cuyas historias de sus años de servicio son tan interesantes que tendría que dedicarle otro espacio para hacerles justicia). Durante la visita al cañón los alumnos a reflexionaron sobre la conservación del medio ambiente y el impacto favorable que tiene en las comunidades. Una reflexión que se pudo completar al visitar el pueblo mágico de Xico, donde aprendimos cómo se hacen los tapetes de aserrín, disfrutamos una nieve tradicional y apreciamos la iglesia. El día cerró con un cuenta cuentos muy simpático que, con su narrativa, nos sumergió en leyendas, como la de cocuyo y su luz.
Al siguiente día, visitamos Nace el Agua, una reserva ecológica gestionada por la comunidad, en donde el agua parece nacer de las rocas para darle vida a los ríos que desembocan en el Golfo de México. Ese día, el equipo organizó una carrera de botes que los mismos alumnos tuvieron que diseñar y construir, con garrafones, palos, cuerdas y tubos flotantes. En esta actividad, los alumnos demostraron sus habilidades de organización y de colaboración; con un resultado satisfactorio. Muchos terminaron en el agua, pero los botes funcionaron. Después de la ardua competencia, los alumnos pudieron relajarse en las pozas naturales.
El último día tuvimos el placer de descender hasta una cascada que conocen solo los locales. Un privilegio del que gozamos, gracias a que el equipo de guías contaba con la presencia de personas de la comunidad que han trabajado durante años en la Aldea (donde dormíamos y comíamos) y que, tras un recorrido de media hora en camionetas, demostraron su conocimiento de la región respondiendo a todas las preguntas que tenía de lo que veíamos en el camino (ahora sé que una planta de café puede vivir hasta cien años y que la siembra de maracuyá se hace sobre construcciones de madera para que cuelguen). La bajada a la cascada tuvo sus retos, pero se facilitó de manera considerable gracias a que, la noche anterior, el equipo organizador colocó cuerdas en el camino y cavó la tierra para construir escaleras, todo mientras nosotros cenábamos cómodamente en la Aldea.
El profesionalismo y la organización del equipo de Alternatura X-pediciones se refleja en el éxito de sus actividades y, sobre todo, en el espíritu alegre, en el compañerismo y la curiosidad que fomentan entre los alumnos que van al campamento. Durante las visitas a los diversos destinos, siempre hubo un guía cerca dispuesto a ayudar y a responder nuestras preguntas. Como maestra, es algo que agradezco y respeto. Sin duda repetiría esta experiencia.
Profesora de Drama